martes, 23 de octubre de 2012

JUGUETES QUE DEJARON HUELLA EN MI INFANCIA.




Por Raimundo Payá Moltó

raimundopaya@telefonica.net



Quienes lean estas líneas podrán imaginarse por qué fueron muchos los juguetes que dejaron huella en mi infancia. Los Reyes Magos dejaban en casa todas las novedades que se fabricaban en Payá.. Tengo que decir que hasta los 8 años, la verdad es que aunque sabía de sobra que esos juguetes se hacían en Payá, nunca imaginé que mi padre los cogía de allí sino que eran los Reyes Magos quienes los traían.

En Ibi, en aquel entonces ya se realizaba la Cabalgata de los Reyes Magos. Me hacía gran ilusión estar en el balcón cuando subía El Paje por la escalera con el paquete que contenía nuestros juguetes y los regalos para mis padres.

Es más, mi padre nos decía que si rompíamos los juguetes, hasta el año próximo en que volvían los Reyes Magos, no tendríamos mas.

Una vez hecha esta introducción tengo que decir que todos los años, al escribir la carta a los Reyes, pedía las construcciones de coches Rai. Me traían la mas grande, Referencia 700, con la que podía construir 13 coches.

Recuerdo con gran ilusión cuando en 1945 Payá fabricó la máquina de tren Santafé ¡cómo jugué con ella¡. Monté un circuito que al principio era pequeño pero luego, en sucesivos años, gracias a las nuevas aportaciones de los Reyes de vías, desvíos, cruces y demás piezas, fue agrandándose. Anteriormente ya tuve trenes pero eran mecánicos. Los trenes me distraían mucho.

En cuanto al cine sonoro Rai teníamos uno y sus 101 películas. Mi padre, las tardes de los sábados y domingos, pasaba horas proyectándonos las películas. También teníamos en casa un ejemplar del famoso cine Pathé Baby con lo que nos distraíamos mucho viendo cine.

En cuanto a los coches de holajata el que mas me gustó fue el coche Sedan con maleta, faros practicables y luz eléctrica, referencia 904, sin embargo he de reconocer que el hoy mítico Bugatti, no me hacía tanta gracia.

Si hablo de los aviones me dejaron mucha huella las construcciones y el tener el hangar para luego hacerlos volar.

De mi primera infancia recuerdo con mucho gusto el barrendero, el trapecista, el tio-vivo, el tobogán y ¡cómo no¡ el auto pulga, el coche-camión con volquete, la canoa pof-pof y el tuf-tuf. Todos ellos de hojalata.