sábado, 22 de octubre de 2011

Pascual Payá Garcia

PASCUAL PAYA GARCIA. TERCERA GENERACIÓN DE PAYA HERMANOS.

Por Raimundo Payá Moltó.
raimundopaya@telefonica.net


Con ocasión de la plaza y monolito que el Consistorio Municipal dedicó a Nicolás Payá Jover en abril de 2007, ya hablé de la tercera generación de Payá Hermanos. Ante el fallecimiento de Pascual, retomo el tema.
Pascual fue hijo de mi tío-abuelo Vicente y de su segunda esposa. Estudió Intendente Mercantil y al finalizar sus estudios se incorporó a Payá y tomó a su cargo la Sección de Contabilidad que más tarde llevarían sus primos Fernando y Francisco Torró Payá, cuando él accedió a la Dirección Comercial.
Los años en que Pascual llevó la Dirección Comercial coincidieron con una gran innovación: el Tiburón Citroen. Primer juguete que se publicitó en Televisión. Los anuncios, hoy nos parecerían llenos de ingenuidad, tuvieron un gran impacto en el mercado. El Citroen fue el primer coche de plástico dirigido por cable, sin duda una gran novedad. Posteriormente, siguiendo la gran aceptación, se fabricaron también el Ferrari 250 P5, El Ferrari 250 Le Mans, el Mercedes Benz 600 un modelo que incluía bocina, y el Motociclón una moto inventada en los talleres que todos los niños españoles hubieran pedido a los Reyes Magos pero que pocos pudieron disfrutar debido a su precio. Todos ellos fueron juguetes emblemáticos de la década de los sesenta.
En 1971, la tercera generación de Payá toma definitivamente la dirección de toda la empresa y nombra a Pascual Director Gerente de la misma.
Por aquellos años había terminado yo mis estudios de ICADE de Administración y Dirección de Empresas y estaba trabajando en Madrid. Mi padre me llamó para que me incorporara a Payá con el fin de llevar la Dirección Comercial, tanto la nacional como la exportación. Acudí a la llamada. Le hice caso al corazón.
En esos años, además del cambio de personas, en Payá se necesitaba también innovar en nuevas líneas de juguetes de menor precio y mayor novedad que el mercado estaba demandando. Estuve trabajando cuatro años junto a Pascual pero me fui, sintiéndolo mucho. El motivo fueron las discrepancias. Yo ya pertenecía a la cuarta generación que sabíamos que el buen paño ya no se vendía en el arca. Por muy buenos que fueran nuestros productos ya no iban a venir a comprárnoslos. Teníamos que salir a vender y a satisfacer las demandas del mercado. La competencia era cada vez mayor.
El problema de una empresa de juguetes que constantemente debe innovar, es tener acierto en la diversificación. Si, como ocurrió, se decanta solamente por las gamas altas se necesita mucha inversión en matricería cada año. Mientras tanto, la competencia presentaba productos que precisaban menor inversión pero dejaban más beneficios, puesto que estaban cubriendo una demanda del mercado.
No obstante, Pascual luchó mucho para llevar adelante la empresa puesto que la competencia de las jugueteras, era la mayor que Payá había conocido en su historia. La competencia era desigual. Las nuevas empresas se desenvolvían muy bien con mucho menos personal.
Otro reto al que Pascual tuvo que asistir fue el de los juguetes electrónicos provenientes del Japón al que Payá no pudo hacer frente. Los circuitos electrónicos que se tenían que incorporar a los juguetes, no tenían nada que ver con la matricería, verdadera especialidad de la casa.
Ya en aquella época el precio del circuito electrónico costaba lo mismo que el juguete japonés completo y puesto en España. Lo que ocurre con los productos importados de China ahora, como veis, no es ninguna novedad.
Pascual también asistió en primera fila a los momento más duros que vivió Payá Hermanos. La disolución de la Empresa. Muchas veces he pensado que quizá sus antecesores no hubieran podido resistirlos. No puedo imaginar ni a mi abuelo ni a mi padre pasando por semejantes trances. Pero todos esos retos fueron los que Pascual hubo de afrontar en su vida.

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