sábado, 22 de octubre de 2011

Por un Museo Valenciano del Juguete VIVO en la Fabrica Payá

POR UN MUSEO DEL JUGUETE VIVO.

Por Raimundo Payá Moltó
raimundopaya@telefonica.net


Hace unos días pasé por la Fábrica Payá y al ver que estaban de obras, me presenté al encargado de las mismas. Me estuvo comentando los trabajos que estaban llevando a cabo, remozando lo que fue el taller mecánico y parte de la última nave de los años sesenta. A estos espacios se va a trasladar el Museo Valenciano del Juguete desde la Casa Gran después de haber estado cerrado unos años.
Me alegré mucho de que estas obras se estuvieran realizando.
Al comentarlo con antiguos mecánicos de Payá me preguntaron cómo lo estaban haciendo. Les informé y coincidimos junto a coleccionistas y amantes de los juguetes en que el proyecto que se está desarrollando no va a concluir en un museo “vivo”. Me explico.
Vemos que se ha perdido la oportunidad de recuperar esos espacios para mostrar que fue allí donde se fabricaron los juguetes que van a exponerse. El museo, cuando esté montado, será una exposición de magníficas piezas pero nada más.
¿Qué quiero decir?. Quiero decir que cuando se visite este nuevo enclave del Museo no recordará en absoluto que allí era donde se realizaba la matricería una vez que la Oficina Técnica había diseñado el juguete y el correspondiente cartapacio lo mostraba despiezado y marcadas sus cotas, listo para que fuera perfecto.
Habría que centrarse en lo que este museo puede aportar, y ningún otro lo puede hacer, que no es otra cosa que combinar los juguetes con el modo de producción de los mismos. O sea, ver no solo las piezas sino también cómo se realizaban.
Digo que ningún otro museo de España o incluso de Europa puede ofrecer esta característica porque ya no existen las fábricas donde se realizaron los juguetes de principios del siglo pasado.
Todos los comentarios que me han llegado apuntan a que lo interesante de visitar el museo de Ibi es,no solamente ver piezas difíciles de encontrar en otros museos, sino también el entorno para apreciar los diferentes lugares en los que se desarrollaba el proceso de fabricación, o sea, la Oficina Técnica, el Taller mecánico, la Maquinaria y el Montaje. En definitiva mostrar qué se hacía en cada uno de estos lugares y cómo se hacían los juguetes. Sin olvidar las litografías de las cajas, los folletos y dibujos explicativos como los que se incluían en las cajas de construcciones y aviones, catálogos, fotografías de cómo fue la Fábrica en los años veinte y cualquier otro material explicativo.
Curioso y simpático sería exponer la Mesa de Control de Calidad de los trenes en la cual, el tío Llegum, pieza a pieza repasaba y engrasaba los trenes eléctricos. Esta sección, en la época, era una de las que más atraía la atención de todos los visitantes. Seguro que ahora, tantos años después, todavía la atraería más. Esas son las cosas que nos distinguen de los demás y que pueden aportar un indudable valor no solo al Museo sino también a nuestro pueblo.
La gente de Ibi se ha caracterizado por su creatividad. Cuando la crisis de 1929 fue sin embargo la edad de oro del juguete de hojalata en nuestro pueblo. Demostremos una vez mas nuestra creatividad ofreciendo al mundo un Museo único y original que sea un polo de atracción de un turismo de calidad.

Pascual Payá Garcia

PASCUAL PAYA GARCIA. TERCERA GENERACIÓN DE PAYA HERMANOS.

Por Raimundo Payá Moltó.
raimundopaya@telefonica.net


Con ocasión de la plaza y monolito que el Consistorio Municipal dedicó a Nicolás Payá Jover en abril de 2007, ya hablé de la tercera generación de Payá Hermanos. Ante el fallecimiento de Pascual, retomo el tema.
Pascual fue hijo de mi tío-abuelo Vicente y de su segunda esposa. Estudió Intendente Mercantil y al finalizar sus estudios se incorporó a Payá y tomó a su cargo la Sección de Contabilidad que más tarde llevarían sus primos Fernando y Francisco Torró Payá, cuando él accedió a la Dirección Comercial.
Los años en que Pascual llevó la Dirección Comercial coincidieron con una gran innovación: el Tiburón Citroen. Primer juguete que se publicitó en Televisión. Los anuncios, hoy nos parecerían llenos de ingenuidad, tuvieron un gran impacto en el mercado. El Citroen fue el primer coche de plástico dirigido por cable, sin duda una gran novedad. Posteriormente, siguiendo la gran aceptación, se fabricaron también el Ferrari 250 P5, El Ferrari 250 Le Mans, el Mercedes Benz 600 un modelo que incluía bocina, y el Motociclón una moto inventada en los talleres que todos los niños españoles hubieran pedido a los Reyes Magos pero que pocos pudieron disfrutar debido a su precio. Todos ellos fueron juguetes emblemáticos de la década de los sesenta.
En 1971, la tercera generación de Payá toma definitivamente la dirección de toda la empresa y nombra a Pascual Director Gerente de la misma.
Por aquellos años había terminado yo mis estudios de ICADE de Administración y Dirección de Empresas y estaba trabajando en Madrid. Mi padre me llamó para que me incorporara a Payá con el fin de llevar la Dirección Comercial, tanto la nacional como la exportación. Acudí a la llamada. Le hice caso al corazón.
En esos años, además del cambio de personas, en Payá se necesitaba también innovar en nuevas líneas de juguetes de menor precio y mayor novedad que el mercado estaba demandando. Estuve trabajando cuatro años junto a Pascual pero me fui, sintiéndolo mucho. El motivo fueron las discrepancias. Yo ya pertenecía a la cuarta generación que sabíamos que el buen paño ya no se vendía en el arca. Por muy buenos que fueran nuestros productos ya no iban a venir a comprárnoslos. Teníamos que salir a vender y a satisfacer las demandas del mercado. La competencia era cada vez mayor.
El problema de una empresa de juguetes que constantemente debe innovar, es tener acierto en la diversificación. Si, como ocurrió, se decanta solamente por las gamas altas se necesita mucha inversión en matricería cada año. Mientras tanto, la competencia presentaba productos que precisaban menor inversión pero dejaban más beneficios, puesto que estaban cubriendo una demanda del mercado.
No obstante, Pascual luchó mucho para llevar adelante la empresa puesto que la competencia de las jugueteras, era la mayor que Payá había conocido en su historia. La competencia era desigual. Las nuevas empresas se desenvolvían muy bien con mucho menos personal.
Otro reto al que Pascual tuvo que asistir fue el de los juguetes electrónicos provenientes del Japón al que Payá no pudo hacer frente. Los circuitos electrónicos que se tenían que incorporar a los juguetes, no tenían nada que ver con la matricería, verdadera especialidad de la casa.
Ya en aquella época el precio del circuito electrónico costaba lo mismo que el juguete japonés completo y puesto en España. Lo que ocurre con los productos importados de China ahora, como veis, no es ninguna novedad.
Pascual también asistió en primera fila a los momento más duros que vivió Payá Hermanos. La disolución de la Empresa. Muchas veces he pensado que quizá sus antecesores no hubieran podido resistirlos. No puedo imaginar ni a mi abuelo ni a mi padre pasando por semejantes trances. Pero todos esos retos fueron los que Pascual hubo de afrontar en su vida.

3ª Generación de Payá Hnos. S.A.

Por Raimundo Payá Moltó.
raimundopaya@telefonica.net



El Consistorio Municipal ha dedicado a Nicolás Payá Jover una plaza y un monolito. Es un buen momento para acercarnos a su figura y ello no es posible sin encuadrarlo dentro del contexto histórico de la familia a la que perteneció.
Los fundadores de la juguetería fueron de mayor a menor Pascual, mi abuelo que nace en 1878, Emilio que nace en 1882 y Vicente nacido en 1886. Nicolás es hijo del menor. Nació el 6 de diciembre de 1911. Era el mayor de sus hermanos.
En 1917 empieza a trabajar en la fábrica mi padre, Raimundo, a los 16 años. Fué totalmente autodidacta. Sus hermanos Ramón y Artemio ya cursaron estudios. Ramón de peritaje mercantil en la Escuela de Comercio de Alicante y Artemio hizo el peritaje industrial en Alcoy y posteriormente se licenció en farmacia. Ellos fueron la segunda generación que según los historiadores, alumbró la primera época de Payá Hermanos que llega hasta 1936, denominada la era de oro del juguete de hojalata.
La segunda época coincide con el paréntesis a que obligó la guerra civil española. Payá y Rico fueron socializadas formando una sola unidad de producción enclavada en las naves de Payá. A esta unión que duró hasta el 31 de octubre de 1937, le llamaron Industrias Payá y Rico Socializadas U.G.T. y subtitulaban (Antes Payá Hermanos S.A. Y Rico, S.A.). El uno de Noviembre crearon la Cooperativa Obrera Rai, sin participación aún de las familias, regentada por el Control Obrero Industrial U.G.T. que duró hasta 1939. La fábrica Nacional de Armamento número 27 que pertenecía a la subsecretaría del gobierno radicado en Valencia, también estuvo en las naves de Payá. Fabricaron balas de diferentes tipos y espoletas de bombas.
La tercera época va de 1939, año en que las familias propietarias volvieron a hacerse cargo de sus fábricas, hasta 1984 en el caso de Payá.
La tercera generación cursó estudios superiores. Tras la guerra Nicolás acaba Ingeniería Industrial en Madrid en 1941 e Ismael termina, también ingeniería industrial, en Barcelona en 1942. Ambos vuelven al pueblo y se incorporan a la empresa de sus mayores con sus flamantes y cotizados títulos.
Nicolás conoció a su esposa Gloria Pérez-Payá en el último curso de la carrera. Pertenecía a una familia oriunda de Ibi que vivía en Madrid. Se casaron en 1942. Ismael se casó en 1943 con Carmen Benedito que procedía de Gandía.
A Ismael le encomendaron la tarea de montar la fábrica de Alicante, sita sobre 20.000 m2 en el Polígono Santo Domingo en el Barrio de San Blas. La decisión de montar las nuevas naves en Alicante obedeció a dos razones fundamentales. La primera la posible escasez de mano de obra que podía producirse en el pueblo y la segunda la tranquilidad que daba poner kilómetros por medio para que no copiaran con facilidad sus nuevos modelos. Ibi tenía entonces unos 3.500 habitantes y ya habían surgido varias fábricas jugueteras.
La fábrica de Alicante empezó a funcionar en 1945 aunque la inauguración oficial se llevó a cabo el 28 de Febrero de 1948. Tenía 55 empleados 30 varones y 25 mujeres.
A Nicolás lo destinaron a la Jefatura del Taller Mecánico de la fábrica de Ibi. Vino a sustituir al obrero Francisco Rico León conocido como Paco el de Cêlia. Fue nombrado encargado del taller mecánico el 15 de julio de 1926, y repuesto en su cargo tras la guerra. En su nombramiento se dice: “Se le reconocerán la autoridad y atribuciones que dicho cargo le confieren”.
Nicolás se ocupó también de montar la Escuela de Formación Profesional y la de Aprendices que titularon de Preaprendizaje. Su título y sus desplazamientos habituales a Madrid a ver a los familiares de su esposa, hicieron que fuera él quien se encargara de los trámites y la dirección de esta gran obra.
La formación de los empleados había sido una constante en Payá desde los primeros tiempos. Así lo certifican los anuncios que hemos podido recuperar del archivo de los años 1919, 1921 y 1923 y que adjuntamos. En ellos, como puede verse, se invita a los obreros y obreras a asistir a las clases nocturnas, por cuenta de la casa.
Desgraciadamente en los años cuarenta la formación fue solo para los varones. Acudían los hijos de los empleados y excepcionalmente algún otro mozalbete. Era el lugar, donde seguía impartiéndose formación, de los 10 a los 14 años y además se encaminaba a los estudiantes a los diversos oficios de la empresa a la que podían acceder a partir de esa edad. Corría la leyenda de que los muy buenos iban a la Oficina Técnica, los buenos, según sus aptitudes, a la Administración o al taller mecánico, y el resto a cuchillería.
El profesor de la Escuela de Aprendices era el maestro D. José Carbonell impartía las clases en horario de 9 a 12 y de 3 a 5 incluidos los sábados. El maestro era famoso por el férreo mantenimiento de la puntualidad, el orden y la disciplina incluso imponiendo severos castigos. Más de uno tuvo que escribir quinientas veces los ríos de España en los cartoncitos que sobraban de los recortes de las cajas de juguetes, que todo se aprovechaba en aquellos tiempos.
La formación era totalmente gratuita y además se proporcionaba a los alumnos los libros y material escolar necesario para el desarrollo de las clases que a la sazón consistía en cuadernos, lápices, gomas de borrar, reglas, y las famosas plumillas para mojar en los tinteros. Los lápices, las plumillas y las gomas de borrar se reponían cuando los alumnos entregaban al maestro el último cabito y había transcurrido el tiempo de duración previsto. Todo se cuidaba mucho. Ví en repetidas ocasiones a mi abuelo afilando de nuevo las plumillas, sobre todo las de dibujo lineal, que volvían a utilizarse con tinta china. A los aprendices se les llevó de excursión a Benidorm a ver el mar y a bañarse. Fueron con sus madres. Una gran oportunidad para, por primera vez, conocer el Mediterráneo.
La Formación Profesional a principios de los cuarenta solo se impartía en Madrid en el Centro Virgen de la Paloma y en esta escuela de Payá en Ibi. Las clases se desarrollaban a lo largo de cuatro cursos, después del horario laboral, en las aulas que Payá construyó a tal efecto, en la calle Santa Rita, enfrente de la fábrica. Estas clases también eran gratuitas incluso el material. Asistían los chicos que ya trabajaban en la empresa. Se estimulaba la asistencia pagando, incluso los domingos, una peseta a los de primero, dos a los de segundo, tres a los de tercero y cuatro a los de cuarto. Este dinero a veces se entregaba y otras iba a parar a un fondo para realizar viajes para visitar y aprender de otras empresas importantes como Marconi y la Estándar en Madrid, Pegaso en Barcelona o La Comercial Terrestre y Marítima. Si faltaba dinero para poder realizar el viaje lo ponía la empresa.
A las obreras no se les dieron estas oportunidades quizá por el mandato de la época “liberaremos a la mujer del taller y la fábrica”. Muchas aceptaban la dote que les daban si dejaban el trabajo al casarse. Eso me comentó María Valero, “La Poca”, que aún recuerda que encontraban muy injusto que las que no se casaban y seguían trabajando no tuvieran dote.
La Formación Profesional tenía una parte teórica y otra práctica. La teoría la daban Nicolás e Ismael, José Monllor, Francisco Rico León y otros. Y la parte práctica la desarrollaban los propios maestros de taller de la fábrica que estaban en el Taller Mecánico como Alejandro Moltó Gómez, “el tío inflaglobos”; Fernando Navarro, “el tío colasero”; Rafael San Juan, “lladoro” que luego fundaría Talleres El Carmen, y otros. En los últimos años ya daban clase algunos de los primeros alumnos que se formaron en la escuela y seguían trabajando en Payá como maestros de taller, ese fue el caso de Vicente Martínez Guillén, “Panfígol” y Olegario Bernabeu que daba dibujo lineal.
Los alumnos obtuvieron diversos premios en los distintos concursos en los que participaban. Destacaremos el premio internacional de ajuste otorgado a Juan Vicedo García “Quintín”. En 1956 el primer premio internacional de matricería y ajuste que ganó Ramón Valero García. En 1965 el primer premio internacional de ajuste fue para Rafael Bravo Bautista que trabajaba en Payá Alicante y el honor para Olegario Bernabeu que quedó finalista en la ciudad de Almería, en la especialidad de delineación.
A finales de los cincuenta se creó una fundación con todos los empresarios locales, para construir una Escuela Oficial de Formación Profesional. Se ubicó junto al Colegio de los Salesianos y fue regentada por ellos ya que desde su fundación los salesianos siempre habían contemplado la formación profesional como una de sus tareas primordiales.
Nicolás Payá a partir de esos momentos ya no tuvo que ocuparse de los temas de formación dedicándose a su labor en la Jefatura del Taller de Matricería. Actualizó la tecnología de fresadoras y prosiguió su tarea hasta su jubilación.

Aviones de Payá y otras firmas españolas

Quiero que este escrito sirva como homenaje a mi bisabuelo Rafael y a los tres fundadores de Payá Hermanos: Pascual, Emilio y Vicente pero en especial a mi abuelo Pascual que nació, vivió y murió en Ibi y a mi padre Raimundo que fue el que llevó a cabo los juguetes de hojalata.
A la edad de dieciséis años mi abuelo pide a mi padre que abandone sus estudios que estaba realizando en las Escuelas Pías de los padres Escolapios de la calle Carniceros nº 4 de Valencia y se ponga a trabajar en la fábrica para continuar desarrollando una política empresarial competitiva en el panorama de aquel momento.
Rico, su siempre gran competidor, ya había iniciado la fabricación de juguetes junto a la firma Verdú y también había terminado la primera gran guerra mundial y la industria alemana volvía a exportar juguetes y trataba de ocupar nuevamente el mercado perdido. Aunque Payá Hermanos había desarrollado una red de distribución y clientes sólida, no era cuestión de dormirse en los laureles para poder continuar poniendo en el mercado bellos y apreciados juguetes de hojalata.
Mi abuelo tuvo razón. La edad de oro de la juguetería ibense fueron los años veinte y treinta hasta que la guerra civil estalló.
Los orígenes de Payá entre los coleccionistas es hoy causa de polémica pues se barajan diferentes fechas para sus inicios. Lo que está claro es que Payá en sus anuncios publicitarios da como fecha del comienzo de la fabricación de juguetes el año 1893. Otra cosa es cuando se constituyó jurídicamente Payá Hermanos. “La Sin Rival” en 1905 pero anteriormente mi familia ya fabricaba juguetes.
Rafael Payá Picó (5.11.1844) y su esposa Teresa Lloret Picó (25.7.1854), viven con sus hijos Rafael, (1870), María (1872), Pascual (1876), Emilio (1880), Vicente (1883) y Milagros (1887), en la calle Mayor n2 32 donde está su taller de hojalatería. En 1889 se trasladan a la calle San Blas nº 43 donde instalan el taller de hojalatería y en el que, ayudado por sus hijos, se dedica no solo a lo que tenía que ver con su oficio sino también a restaurar instrumentos musicales de viento, los de metal a los que quitaban las abolladuras, ajustaban las llaves y afinaban. Todos los hijos eran aficionados a la música. Mi abuelo Pascual y el tío Emilio tocaban el clarinete y el tío Vicente el saxofón, formaban parte de la banda de música del pueblo.
Empezaron la labor juguetera realizando pequeños objetos, en miniatura relacionados con la vida cotidiana: regaderas, recipientes para el aceite, lecheras, útiles de cocina y también vehículos tirados por caballos.
El método de fabricación era utilizar hojalata y unir las piezas con soldadura de estaño y deban la forma a estas con moldes de madera. Después se pintaban a mano. Después se ensamblaron con gafetas.
El primer viajante (vendedor de Payá Hermanos) fue D. Pablo Hernández que comercializaba los productos fuera de Ibi y su comarca.
Centrándonos en los aviones empezaremos por el hidroavión de Payá con número de referencia 916. Este interesante juguete fue fabricado por Payá en 1927 aunque aparece en el famoso catálogo de 1925. ¿Por qué ocurrió esto? Porque el catálogo inicial iba ampliándose año tras año añadiendo hojas con los nuevos modelos.
El tamaño de la pieza original es de 33 centímetros y posteriormente se fabricó también de 17 centímetros. Se acciona mediante resorte mecánico de cuerda, las dos hélices con cuatro aspas giran al deslizarse el juguete. La decoración es plateada y el alerón de cola lleva el escudo de Payá de aquellos años. Tiene seis discos con la bandera de España. Esta decoración patriótica se le añadió en la década de los cuarenta porque en los años de la República se adornaba con la bandera tricolor. Las ruedas de arrastre son de hojalata litografiada y en la parte delantera lleva dos pilotos.
Payá también realizó este modelo Plus Ultra pero con una decoración diferente. Fondo amarillo con rayas azules resaltando dibujos de colores amarillo y rojo. Las hélices son cuatripalas. Su precio en la tarifa de 1937 era de 42 pesetas la docena.
Payá fabricó otro hidroavión de gran envergadura con la referencia 949: Hidroavión DORNIER de 43 centímetros de longitud. Se accionaba con resorte mecánico de cuerda. El color de los motores es azul y el fuselaje rojo y amarillo. En la parte delantera el juguete lleva grabada: S.A. E. De Navegación Aérea. En la parte central aparece el nombre GARAI célebre piloto español. Tiene dos pequeñas alas unidas al fuselaje que sirven de apoyo de los tirantes que las unen a las alas superiores, teniendo solidez toda la estructura. Las alas sostienen dos motores de dos hélices de cuatro aspas. Su precio en la tarifa de 1937 era de 66 pesetas la docena, o sea, a 5’50 pesetas la pieza.
El avión Junkers de 1931 con número de referencia 660 está inspirado en el monoplano del Junkers JU.52. Tiene una hélice metálica de dos aspas y cuatro ventanas. La marca Payá la lleva en el ala izquierda. Es de hojalata y de color rojo. Su precio en el tarifa de 1937 que denominaba: aeroplano con impulsión por hélice, era de 13’50 pesetas la docena. Funciona con resorte mecánico de cuerda que mueve la hélice y las dos ruedas delanteras que son de hojalata litografiadas. Hay que destacar un detalle curioso, las alas son plegables. Se hizo de ese modo para poderlo montar sobre un vagón de ferrocarril de escala 0 ya que con las hélices desplegadas no podía pasar por el interior de los túneles de las maquetas.
Los aviones de juguete era imposible hacerlos volar, pero la industria juguetera ideó métodos para simularlo como colgar el avión del techo con un hilo para que diera vueltas impulsado por las hélices así ocurría con el modelo 906, o montarlos sobre un soporte y que se movieran como un tiovivo así es el modelo 386. Y el modelo 389, muy curioso, en la tarifa de 1937 se le denomina: aeroplano con aviador pero entonces ya no existía stock y no viene cotizado. Otro método era poner el avión en un balancín como el modelo 843. También existía sin balancín con referencia 846. Al modelo 843 en la tarifa del 37 se le denomina: aeroplano con balancín y su precio era de 48 pesetas la docena. En la cola está pintada la bandera española y la inscripción: Líneas aéreas Madrid Londres.
El modelo 911 y el mismo con ruedas de aterrizar, el 916, se les denominó: Hidroavión y su precio en la tarifa del 37 era de 42 pesetas la docena. Sin embargo la referencia 911 estaba ya dada de baja.
En 1925 Payá fabricó su avión mas popular con la referencia 906, el Monoplano con hélice de cartón, con alas y estabilizadores con los colores de la bandera española. En 1931, cuando se proclamó la segunda república cambiaron a la bandera tricolor. Cosa que Payá hizo también en los barcos.
Funciona dando vueltas colgado de un hilo impulsado por una hélice de cartón. Sus medidas son 17 centímetros de longitud y 12 de envergadura. Es de color verde. Su precio de 1937 era de 9’50 pesetas la docena.
La referencia 607 es un avión de pasajeros. La hélice es de celuloide. Las ruedas están accionadas por un resorte de cuerda. El año de fabricación es 1930 y sus medidas son de 34 centímetros de longitud y 31’5 de envergadura. Su precio en el 37 era de 36 pesetas la docena.
Otro avión de 1930 es el montado sobre una plataforma con un resorte que simulaba una caída. Cuando el avión choca, el resorte se suelta y el avión levanta la cola con lo que parece que el avión capota. Sus medidas son de 23 centímetros de longitud y 25 de envergadura. Es azul y gris con detalles en rojo y amarillo.
Como hemos dicho el catálogo de 1925 iba creciendo. En 1926 se añadieron varias hojas, incorporando el Plus Ultra tras la famosísima gesta de Ramón Franco y sus compañeros en el primer vuelo transoceánico.
En Ibi también fabricaron aviones otras marcas. Rico, generalmente con buena hojalata litografiada. Uno del año 1930 tiene la curiosidad de que lleva un palo de arrastre metido en una pieza cilíndrica en el entronque de las alas y cuando el avión se mueve, las ruedas accionan la hélice y emite un sonido. Otro modelo de pequeñas dimensiones que imita los tipo Stuka funciona a resorte de cuerda con medidas de 15 centímetros de longitud y 20 de envergadura y con los colores rojo, verde y blanco.
Otras firmas que fabricaron aviones fueron: Verdú, segunda fábrica que se fundó en Ibi por ex empleados de Payá y que fue absorbida por Rico. Juguetes Picó, Sanjuán y Cía, Jyesa, Rogelio Sánchez Bernia y en Barcelona la firma Hispania.

martes, 6 de septiembre de 2011

Sucinta historia de los JUguetes PAYÄ

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LOS JUGUETES DE PAYA HERMANOS.


1893. Desde el taller de hojalatería se inicia de la fabricación de juguetes. Realizan menaje miniaturizado manejando la hojalata y la soldadura. Lo venden en las ferias y mercadillos de la comarca.

A principios del siglo XX abandonan la soldadura al introducir la técnica del engafado a base de moldes de madera dada su habilidad en la manipulación de la hojalata. La energía que usaban se generaba por tracción animal. Un burrito dando vueltas, movía el malacate de las máquinas.

1905. Rafael Payá Picó vende a tres de sus hijos, Pascual, Emilio y Vicente, la hojalatería el día 3 de Febrero.

1909. Se celebra en Valencia la Exposición Regional y Payá participa en la misma con una vitrina modernista que contenía ya una amplia variedad de modelos de hojalata. Solicitan su participación, con el nº 95, del siguiente modo: “La Sin Rival. Fábrica de juguetes metálicos. Sistema Payá. Construcción por medio de engafes. Resistencia increíble”. Se les galardona con medalla de oro.

1910. Se les invita a participar y concurren a la Exposición Nacional de 1910 también en Valencia y en la que se celebró en Buenos Aires con motivo del primer centenario de la independencia de Argentina.
El éxito obtenido por sus fabricados ya a nivel internacional, está en la base de los inicios de la competencia. Cuatro de sus empleados se independizan creando la firma A.B. Verdú y Cía. que siete años más tarde se convertiría en Rico S.A.

1912. Se convierte en Cía Regular Colectiva con la nombre de Payá Hermanos.
En esa época la energía ya la producen con un motor de gas pobre. Se supera el centenar de trabajadores que llegan a 200 en los incios de los años veinte.

1924. Se transforma en S.A. el 2 de julio con un capital social de un millón de pesetas. La extensión de la fábrica era de unos dieciséis mil metros cuadrados.

1931. Payá sacó al mercado el emblemático coche de carreras Bugatti y el primer tren eléctrico superando los anteriores que eran de arrastre y con resorte de cuerda.

1934. Raimundo crea la marca Rai con la que nombra a la novedad mundial del primer cine sonoro que incorporaba música e imágenes. El Cine Sonoro Rai se patenta en 6 naciones diferentes: USA, Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza y Argentina.

1936. Aparece la famosa moto Tuf-Tuf.
El 3 de Noviembre se cede la empresa a los Sindicatos Obreros que junto a Rico pasan a formar la empresa Industrias Payá y Rico socializadas. U.G.T.

1937. El 14 de septiembre convierten la empresa en Cooperativa Rai. El número de obreros era de 500. 350 de ellos eran mujeres.

1938. La Subsecretaría de armamento se hace cargo de la cooperativa. Pasa a ser la fábrica nacional nº 27 y la destinan a la producción de balas. Especialmente las de calibre de 7 mm, espoletas y otros materiales bélicos. Se trabajaba 24 horas todos los días de la semana.

En tiempos de guerra se fabricó un miliciano de hojalata con fusil al hombro y puño levantado que fue una transformación del policía que ya figuraba en catálogo con anterioridad.
Otra producción atípica fue la fabricación de monedas de curso legal solo para el pueblo. Se emitieron 10.000 monedas de una peseta y otras de real.

1939. Tras múltiples vicisitudes, terminada la guerra, la fábrica vuelve a sus propietarios originales. Si difícil era conseguir materias primas más aún lo era conseguir energía debido a las restricciones. Para paliar estos inconvenientes se volvió a utilizar el motor de gas pobre que incluso sirvió, en ocasiones, para dar luz a todo el pueblo.
Para solucionar el problema de la materia prima se recurrió a los botes de conserva. Todo eran economías también en los modelos. Este fue el momento en que hicieron su aparición los coches pulga.

1943. Se concede a Pascual Payá Lloret la medalla de oro al mérito del trabajo. En septiembre se pone en marcha la Escuela de Aprendices y Formación Profesional con el fin de formar a los empleados del taller mecánico en las especialidades de matricería y ajuste. La escuela fue la cuna de los nuevos empresarios que contribuyeron a engrandecer y promocionar la industria juguetera ibense.

1944. Se fabrica la locomotora de tren Santa Fé al mismo tiempo que RENFE la pone en funcionamiento. Payá obtuvo los planos. En esta época fueron los trenes el juguete mimado por Payá y por el mercado por eso su imagen, durante mucho tiempo se asoció con los trenes.

1948. Se inaugura oficialmente la fábrica de Payá en Alicante aunque realmente había comenzado en 1945. Se especializó en juguetes destinados a las niñas como el famoso Palomitón, Dulcecotón y las cocinitas.

Payá adquiere la primera máquina que se importó en España de inyección de plástico.
Siguen años de expansión.

1962. Se fabrica el Tiburón Citroen Payá que es el primer juguete que se publicitó en Televisión. Y se continua con la fabricación de otros muchos coches de carreras como el Lotus el Ferrari 250-P-5, el Le Mans. El moto-ciclón, el Mercedes C-111, todos ellos teledirigidos, efectos luminosos y puertas practicables, y las pistas de carreras bajo la licencia Strombecker y la gran serie de camiones y tractores de Barreiros.
1985. Después de años de bonanza la crisis juguetera termina con la empresa que se ve obligada a hacer suspensión de pagos. Surge entonces la Cooperativa Payá.

Los fondos de juguetes de Payá, 4.400 piezas, pasan a constituir el mayor acervo
Del Museo Valenciano del Juguete de Ibi.

Medios de transporte en los Catálogos de PAYÁ

MEDIOS DE TRANSPORTE EN LOS CATALOGOS DE PAYA.

Por Raimundo Payá Moltó
raimundopaya@telefonica.net


Estudiando el catálogo de Payá Hermanos S.A. del año 1925, en el apartado medios de locomoción puede apreciarse cómo el juguete es un fiel reflejo de la época y la sociedad en que se vive. Tartanas, barcos, coches y trenes nos hablan de cómo fueron estos medios de transporte.
Los primeros modelos son, todos ellos, con tracción a caballo bien sea uno, dos o más. Es curioso que las dos tartanas que figuran en la página primera cuyas referencias son 247 y 248, siguen apareciendo en la tarifa de precios de 1937 con un precio por docena de 7 pesetas y 5’75 respectivamente. Sin embargo las referencias 1, 2, 3, 4 y 540 ya no aparecen. Habían dejado de fabricarse. Seguro que ya habían dejado de usarse.
En la página segunda de este mismo catálogo solamente continuaba fabricándose en 1937 la referencia 341 un barco a vapor de dos chimeneas al precio de 2’50 pesetas la docena. Posiblemente los demás quedaron obsoletos.
El ferrocarril que figura en la página tercera continua en el 37 pero lo curioso del mismo es que se fabricaba a cuerda como señalan las referencias del 811 al 817 ambas inclusive. Este mismo modelo tuvo otras variantes sin cuerda referencia de la 314 a la 328. La explicación es que en Payá se asignaban las referencias del siguiente modo: los modelos sin cuerda o resorte van desde el número 1 al 599 y los modelos con resorte desde el 600 al 992. Sin embargo la firma Rico en sus tarifas nunca hizo esta distinción.
En el catálogo de 1934 Payá presenta los trenes envasados en sus propias cajas de cartón al contrario que en el catálogo del 25 donde los juguetes se presentaban sin caja alguna. Utilizaban envases de cartón con un simple cuño un tampón con la marca Payá como atestigua la caja del Bugatti que todavía no tenía litografía alguna.
Qusiera resaltar que Payá no usó litografías en las cajas hasta los años cuarenta del siglo pasado. Al principio las litografías simplemente iban pegadas en las tapas de las cajas del clásico cartón amarillo que Payá usaba en aquellos tiempos que además de la litografía seguían mostrando el tampón con el cuño de Payá y además dentro había un papelito con el número de operario responsable del control de calidad que se hacía en la sección de empaquetado.
Yo recuerdo que había un gran almacén con grandes montones de estos cartones amarillos que iban troceándose en distintos tamaños, y se doblaban hasta conseguir los muy diferentes envases que precisaban para el embalaje de cada pieza. Nada se desperdiciaba. Los pequeños trocitos que sobraban se utilizaban para anotar el control de las piezas fabricadas y allí las encontrabas siempre en los cajones que acumulaban cada juguete antes de ser envasado.
La introducción al catálogo de 1930 titulada “A manera de prólogo” encontramos las siguientes palabras: ....Esta casa en el ánimo de ir introduciendo siempre mejoras en la fabricación de sus artículos y siendo la primera que en España implantó la fabricación de juguetes por los procedimientos de engrapado y mecánico, ha conseguido con su larga experiencia y asiduidad en el mejoramiento del artículo, llegar a reunir en su fabricación una extensa colección con el mas severo escrúpulo y bajo la vigilancia de personal experto y ello desde la selección de materias hasta el acabado de las piezas que hace el que su buen funcionamiento sea la mayor propaganda, motivo por el cual están solicitados, cada día más en el mercado....... Nuestros ferrocarriles son fiel miniatura de lo auténtico; su gran solidez y estabilidad, permiten el que adquieran velocidades inconcebibles en juguetes de su categoría, lo que revela también su excelente calidad.

Los trenes PAYÁ

LOS TRENES PAYA .

Por Raimundo Payá Moltó
raimundopaya@telefonica.net

Payá inició la fabricación de trenes con los trenes sin resorte influenciados por modelos alemanes que, sin duda, utilizaron y fueron su inspiración. En estos modelos ya se ve una estrategia de producción que llegó a ser la tónica general de Payá hasta su desaparición: el aprovechamiento exhaustivo de todos los elementos de diseño y producción.
Efectivamente, como se puede observar en los trenes de esta primara época, las ruedas son los mismas que las de las tartanas y tranvías e incluso los vagones descubiertos son prácticamente los mismos que los de los tranvías. El aprovechamiento de ideas, troqueles o moldes será siempre objetivo fundamental buscando siempre el abaratamiento y efectividad inmediata utilizando lo ya existente y aplicándolo a la creación de nuevos productos para el mercado.
Al comenzar la primera guerra mundial en 1914, Payá Hermanos se encuentra con un panorama muy favorable a sus intereses pues el desarrollo de los acontecimientos bélicos y la neutralidad española en el conflicto tienen como consecuencia la casi desaparición total de la importación de los juguetes alemanes y franceses y el consiguiente aumento de la demanda interior y Payá ocupa una gran parte del hueco dejado por los juguetes fabricados fuera de nuestras fronteras.
Evidentemente Payá estaba muy lejos de conseguir la complejidad y calidad de los juguetes alemanes de las firmas mas importantes como Marklin, Bing o Carette pero competía sin problemas y con mejor precio con los juguetes sencillos de importación y además desarrollaba modelos que formaban parte de la idiosincrasia nacional y de la vida cotidiana del momento. En consecuencia durante los años que duró la guerra las ventas de Payá aumentaron considerablemente.
Fue precisamente en esa época cuando se produjo el primer tren sobre vía de hojalata con la curiosidad de que el mecanismo de resorte estaba embutido en un cilindro que atravesaba en paralelo los ejes de las ruedas de la cabina de la máquina accionando, por medio de dos bielas de transmisión, el movimiento a las ruedas.
Tan pintoresco sistema de resorte duró poco tiempo. Se optó por lo mas ortodoxo imitar los trenes fabricados hasta entonces. En el año 1916 es cuando mi abuelo Pascual le pide a mi padre Raimundo, que abandone sus estudios en Valencia y se ponga a trabajar en la fábrica para desarrollar una política competitiva en el panorama del momento. Ya había iniciado su producción el que sería su gran competidor: Rico S.A.
Terminada la primera guerra mundial la industria alemana trató de ocupar nuevamente el espacio perdido y aunque Payá ya había desarrollado una red de distribuidores y clientes sólida, no era cuestión de dormirse en los laureles.
En los años veinte Payá tenía ya en el mercado varios ferrocarriles de pequeño tamaño, escala 0, para marchar sobre vías y un tren escala 00 réplica exacta del de la casa alemana Bing. Los trenes de Payá de esta época eran siempre litografiados y con mecanismo de resorte, exceptuando los modelos in vía que estaban fuera de escala y podían ser con o sin resorte. Estos modelos pueden verse en el catálogo de Payá del año 1925.
El catálogo del 25 fue creciendo año a año. En 1926 se añadieron varias hojas que incorporaron distintos modelos de trenes y aviones el mas famoso fue el avión Plus Ultra réplica del que Ramón Franco y sus compañeros realizaron el primer vuelo transoceánico.
La llegada a Payá de mi padre fue definitiva en la evolución de los modelos y fundamentalmente en el desarrollo de trenes de escala 0. Cambiando litografías consiguieron aspectos diferentes para incorporar nuevas variedades al catálogo.
Influenciados, sin duda alguna, por los trenes alemanes se diseñaron resortes de calidad para los grandes modelos, la máquina de referencia 883 (llamada Mastodonte), y las de alta gama como la 980 y 879. La referencia 980 es la versión, en pequeño, de la 883 pues la cabina, resorte con ruedas, bielas, chimenea, frontis, faros e incluso el ténder son exactamente los mismos. Acortando la caldera y con litografía distinta consiguieron dos referencias diferentes que aparecen en el catálogo de 1929, logrando dos modelos distintos de buena calidad y muy correcto acabado que ocuparon una parte del mercado y hoy son piezas muy apreciadas por los coleccionistas.
Estas piezas de alta gama, se comercializaron en cajas de dos, tres, y cuatro coches de viajeros así como individualmente las máquinas y los vagones que siempre son litografiadas y con ventanas de cristal en las primeras series y de celuloide en las posteriores en la 980 y siempre de celuloide en la referencia 883.
La referencia 879 es la más pequeña de las máquinas de alta gama aunque el resorte fue diseñado exclusivamente para este modelo. Se comercializaron en cajas desde un solo coche de viajeros hasta la mas completa de seis vagones con vías de catorce tramos para cerrar el círculo teniendo uno de los tramos, dos agujas de freno y desenganche automático de los coches. Los vagones son litografiados y con leyendas en francés muy influenciados por los modelos P.L.M. fabricados por las casas alemanas.
Payá continuará fabricando las series mas pequeñas a mediados de los años veinte, los modelos 820, 822, y 829 que seguirán en catálogo hasta después de la guerra civil. En todos ellos se incluirá el sistema de iluminación de la locomotora por medio de una pila de petaca.
En 1928 aparece la serie de locomotoras de resorte 896, litografiadas en diversos colores que se convertirán, dotándolas de motor eléctrico, tapa humos, bielas mas complicadas y algunos otros detalles, en la serie 984 primera máquina de Payá que se puso en el mercado en 1930, modelo muy vendido por Payá a lo largo de los años, en todas sus variantes.
La primera serie iba marcada, como los trenes de resorte, con el número 896, caracterizada por tener el tapa humos más alto que las posteriores series 984 que irá con este número en la locomotora y el ténder a partir del año 1934.
Las composiciones de la serie 984 serán siempre de viajeros, con coches de la serie 960 al principio y posteriormente la 985. Estos últimos incorporará luz interior con una bombilla colocada en el techo y un curioso sistema de corriente que se transmitirá por medio de dos cables que se conectaban en el ténder y de ahí pasaban a la locomotora. Estas composiciones vendrán acompañadas también, de un transformador alargado que será utilizado solamente para esta referencia pues con posterioridad se utilizará el modelo estandarizado.
Mi padre siguió desarrollando ideas en la oficina técnica y a principios del año 1935, lanzó al mercado dos nuevos modelos: la locomotora 987 y el tren articulado referencia 1000.
La máquina 987 fue una copia, casi exacta, de la máquina Lionel de referencia 1681-E del catálogo de dicha firma que salió al mercado en 1934 con la salvedad de que Payá adjuntó como ténder la referencia 879 y los coches de viajeros de la serie 980. El acabado final de la máquina y ténder se pintó de color gris verdoso con detalles en negro y rojo, acabando el secado de la pintura, al horno. Lo coches seguirán siendo litografiados.
El modelo de tren articulado 1000 se inspira en el Lionel 752-E pero acortando la longitud de la máquina motriz y los coches y cambiando, ligeramente, la decoración y colores que fueron pintados y acabados al horno.
Estos nuevos trenes eléctricos salieron al mercado en las Navidades de 1935 y 1936 y tuvieron muy buena acogida entre el público y los comerciantes especializados en la venta de trenes.
Durante la guerra civil se suspendió la fabricación de juguetes aunque se seguían sirviendo las referencias que quedaban en los almacenes. Payá se convirtió en industria auxiliar de guerra y también fabricó monedas de cobre para uso local utilizando las prensas y los troqueles de la fábrica.
Finalizada la guerra, ya en los años cuarenta, aprovechando la matricería existente, saca adelante la fabricación de modelos, ligeramente maquillados, lo que le permitió conseguir los recursos necesarios y desarrollar una nueva gama de trenes que llevó a Payá a convertirse, durante décadas, en el mayor productor de trenes de España. En los años cuarenta se simplifica la decoración, abandonando la litografía en las máquinas, y sustituyéndola por la pintura al horno. La referencia 984 sobrevive varios años y convive con nuevas versiones pintadas de negro que será el color de las máquinas en todos los modelos, menos en el tractor 989 que siempre será de color verde y el techo crema.
La mayoría de los trenes de resorte seguirán siendo litografiados aunque, paulatinamente, se irá imponiendo también para ellos la pintura negra al horno por razones de economía en la producción.
En 1945 Payá saca al mercado la locomotora tipo Santa Fé que mereció un artículo especial publicado en estas misma revista. Al salir al mercado esta máquina se desarrolla la serie de coches de viajeros 1376 de 38 cms y la serie 1371 de 320 cms. también el furgón de correos 1359 que será siempre de 30 cms de largo.
Para la serie 1376 se utilizaron las matrices de los coches 883 pero añadiéndoles testeros en fundición imitando los fuelles de unión entre los coches y cambiando los techos. El sistema de alumbrado interior será ya con toma individual en cada coche, abandonando el engorroso hilo de corriente hasta la máquina, que solo se mantendrá en la serie 987.
Al mismo tiempo saldrán, de la oficina técnica, los vagones de mercancías y el vagón taller de la serie 1350 de 30 cms. Todos los coches y vagones tendrán bogies con costadillos de calamina y mantendrán el pintoresco y exclusivo sistema de enganche de Payá que ha caracterizado siempre a sus trenes de escala 0.
En esta etapa se desarrollaron también todos los modelos de estaciones serie 1260 y complementos ferroviarios que tendrán la característica de que todos sus elementos irán unidos por tornillos y no por engafado lo que permitió su venta en cajas sin montar o ya montados, así como la posibilidad de diferentes combinaciones. En todas estas estaciones se alternas tres colores: rojo, verde y crema. Colores, mayoritariamente usados también en los trenes.
En 1948 con ocasión del primer centenario del primer tren español Barcelona-Mataró, Payá lanzó la escala S. A partir de los años cincuenta se puso en el mercado la H0. Las escalas pequeñas se impusieron por una cuestión de espacio. A mediados de los sesenta se abandona definitivamente la fabricación de trenes de la escala 0 aunque, siguió fabricándose la Santa Fe en series por encargo, hasta los años setenta en que dejó de fabricarse.
Cuando en 1984 se crea la Cooperativa Payá, se volverán a fabricar de nuevo los trenes eléctricos del 0.
Emilio Alemán de la Escosura asesor de la Cooperativa Payá durante varios años, desarrolló lo que sería el último modelo salido de la oficina técnica de la fábrica, la locomotora tipo “Norte”: Frontis de la llamada locomotora cocodrilito, carretones del ténder de la Santa Fé, costados del furgón de correos, motor de la Santa Fé y techo realizado por el conocido modelista ferroviario Arturo Baltero Baus, con elementos de calderería también de la Santa Fé.
Esta pieza es un homenaje al afán creativo y pragmático del responsable de todas estas décadas de trenes eléctricos de escala 0, Raimundo Payá Rico.

Industria del juguete de Ibi

A finales del siglo XIX Ibi era un pueblo eminentemente agrícola y emigrante.
En 1900 la población ascendía a 3.653 habitantes, el 77% vivía de la
tierra y dependía de unos pocos terratenientes. Los factores físicos tampoco
propiciaban un desarrollo floreciente de la agricultura. Las precipitaciones
escasas, el terreno montañoso y el suelo arcilloso y calcáreo donde se asienta,
no lo permitían. En consecuencia, había una gran desigualdad social.
Los ibenses emigraban, los varones para trabajar en las fábricas de tejas de
la comarca —por eso se les denominaba “els taulers”— y las mujeres, para
emplearse en el servicio doméstico. Es, en esta época, cuando se inicia el
negocio heladero. Las familias marchan, durante largas temporadas, a las ciudades
calurosas del sur de la península, Canarias y hasta el norte de
Marruecos, especialmente a Casablanca y a Tetuán. Salían en primavera y
regresaban en septiembre para las fiestas patronales.
La protoindustrialización la constituyó la fábrica de papel y los pozos de
nieve. El botánico Cavanilles reseña que, en 1797, en Ibi había comercio de
257
RAIMUNDO PAYÁ MARTÍ
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
raimundopaya@telefonica.net
nieve. La fábrica de papel estaba situada junto al lavadero municipal que se
inauguró en 1903. También existían artesanos de la madera y el hierro, albañiles
y otros oficios que trabajaban para el mercado local y el hilado que se
realizaba para las fábricas de Alcoy y Bocairente.
A partir de 1893 la familia Payá inicia la industria juguetera, verdadero
motor de la industrialización de Ibi. Unos años mas tarde se instalan dos talleres
auxiliares para la fabricación de heladeras y otros utensilios necesarios
para la elaboración y venta del helado. El primero de estos talleres lo fundan
Pascual y Valls, antiguos trabajadores de Payá, y el otro los hermanos Palau,
que procedían de Verdú y Cía., segunda empresa juguetera de Ibi.
La industrialización ibense se puede dividir en cuatro grandes épocas.
1. PRIMERA ÉPOCA, 1893-1936.
DESDE LOS INICIOS A LA GUERRA CIVIL
Sin ninguna tradición previa, el inicio
de la industria parte de una decisión
adoptada en el seno de la familia Payá
que pasan de ser hojalateros a jugueteros.
Empezaron vendiendo sus productos en
los mercados semanales de las poblaciones
vecinas (Alcoy, Jijona) y la comarca.
El carácter innovador de esta decisión
vino a transformar radicalmente las
bases económicas y sociales de Ibi desde
los oficios a las maneras de pensar.
Tenemos documentación, como el
catálogo de la Feria de Valencia de 1963
y la publicidad que se repartió en esos
días, que señala el año 1893 como el inicio
de la fabricación de los primeros
juguetes.
Los primeros juguetes se hicieron a
base de hojalata soldada y pintada a
mano, imitando las piezas que en la
hojalatería se venían fabricando para el uso doméstico. Reprodujeron, en
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
258
miniatura para el público infantil, los platitos, ollitas, alcuzas, lecheras, candiles,
tacitas y otros enseres. La iniciativa tuvo éxito y la empresa fue creciendo
a base de autofinanciación y reinversión hasta que el 3 de febrero de 1905 se
redactó la primera escritura de constitución de la Sociedad Juguetera, que
denominaron “La Sin Rival”. Es Rafael Payá Picó, nacido en 1845 y con
sesenta años cumplidos, quien la otorga a favor de sus hijos Pascual, de 27
años, Emilio, de 23, y Vicente, de 19, ante el notario de Ibi Juan Gómez
Alonso. Sin embargo, su hijo mayor Rafael no entra a formar parte de esta
sociedad porque se quedó con la hojalatería inicial. Como corresponde a la
época, las hermanas María y Milagros fueron excluidas de la escritura. María
permaneció soltera hasta su muerte y cuidó de su padre, pero también trabajó
para la fábrica, sobre todo en los inicios. Milagros se casó con Francisco
Torró, quien llevaba la administración de la fábrica y fue secretario del
Consejo. Aún se conservan las actas que levantaba con una letra y estilo pulidos
y hermosos.
Como puede leerse en el tarjetón, al
principio no sólo se fabricaban juguetes
sino que también se anunciaban como
especialistas en composturas de instrumentos
musicales y todo tipo de trabajos
adelantados. La pericia para reparar
estos objetos les venía de su destreza en
la hojalatería y su afición a la música.
Tocaban en la Banda Municipal el clarinete
y el saxo.En 1909 “La sin Rival”
presenta en la Exposición Regional, celebrada en el Ateneo Mercantil
Valenciano, dos vitrinas de modelos de juguetes. Recibe la medalla de oro y
la invitación, por parte de la Cámara de Comercio de Valencia, a participar en
1910 en la Exposición que se celebró en Buenos Aires, con motivo de la celebración
del Primer Centenario de la Independencia de Argentina.
Estos dos hitos constituyeron el paso de un modo artesanal a uno puramente
industrial. En 1918 la producción de los juguetes evolucionaba. Se
engafan y se litografían. Es, en esta época, cuando se diversifica el negocio
creando también una rama dedicada a la cuchillería.
A la vista de la buena marcha de Payá y los éxitos alcanzados en la
Exposición Regional de Valencia, en 1910 aparece la competencia por parte
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
259
de los primeros trabajadores de la empresa que se independizan. Entre ellos
están Francisco, conocido como Miguel Pina Pérez, de oficio pintor y fotógrafo,
o sea, uno de los que por aquel entonces se podría considerar como
trabajador cualificado de la empresa; Agapito Bernardo Verdú Verdú, mecánico;
Jaime Esteve Bastant, herrero y de apodo de “Jaume el ferré” y Joaquín
Doménech Rico, de oficio tallista, conocido por el apodo de “Chimo el alabarder”.
Constituyeron una sociedad regular mercantil colectiva, mediante
escritura pública ante el notario de Ibi José María Laguna y Azorín, el 29 de
mayo de 1911, para dedicarse a la fabricación de juguetes de metal en todos
sus ramos y a la venta de los mismos. La razón social se denominó A.B. Verdú
y Cía. Se constituyó la sociedad con un capital social de seis mil pesetas, siendo
socios capitalistas los Sres. Pina, Verdú y Esteve con una aportación de
dos mil pesetas cada uno, que fueron entregando a medida que lo exigía el
desarrollo del negocio. En cambio el Sr. Doménech formaba parte de la
empresa únicamente como socio industrial sin aportación económica. Al
margen del capital indicado, los Sres. Pina, Verdú, Esteve y Doménech aportaron
útiles y herramientas. El domicilio de la empresa estaba ubicado en la
260
Periodo 1910–1913. Los socios fundadores. Fila superior de izquierda a derecha: Jaime
Esteve; el joven Clemente, hijo de Agapito, que no era socio; Joaquín Doménech; Miguel Pina
Pérez y Agapito Bernardo Verdú. A continuación están los hermanos Palau (Antonio y Pepe)
que, al independizarse, fundaron la Industria Auxiliar para el helado. El resto lo componen los
trabajadores y operarias.
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
calle de San Blas o “El Ravalet”, en el número 61. La empresa creció rápidamente
según muestra el rápido incremento de trabajadores.
De 1914 a 1920 esta empresa cambió tres veces de denominación, como
consecuencia de sus múltiples dificultades económicas y variaciones de sus
socios.
En 1917 Santiago Rico Molina, que ejercía de agente comercial de esta
firma, además de representar también a una fábrica de muñecas de Onil,
aporta capital y entra a formar parte de esta sociedad, que pasa a denominarse
Verdú, Rico y Cía. Pero en febrero de 1920 ésta desaparece, y con una
aportación de capital extranjero se crea Rico S.A.
Los Sres. Francisco Miguel Pina Pérez, Agapito Bernardo Verdú y Joaquín
Doménech vendieron sus participaciones y abandonaron el accionariado. No
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
261
obstante, continuaron vinculados a la empresa como trabajadores. Como
socio en la nueva empresa quedaba Jaime Esteve, con una participación de
trescientas acciones, que suponían el 3’6% del capital.
Esta empresa introduce en la industria juguetera ibense tres aspectos
esenciales: la empresa no familiar, la aparición del empresario propiamente
dicho y la entrada de capital extranjero. Este fue aportado por Gottardo de
Andreis, de Metalgraf Española E.C., empresa con domicilio social en
Barcelona y con factoría en Badalona. El empresario referido era Santiago
Rico, de procedencia italiana. Esta empresa fue la gran competencia de Payá
Hermanos y produjo artículos de gran calidad.
En 1908 Quintín García Verdú, en los bajos de la casa familiar en la calle
de Santa Rita, comienza la fabricación de obleas para helados, actividad que
en los años sesenta amplían a turronería y confitería. El negocio lo prosiguen
sus hijos Ismael y José. En los años veinte del siglo pasado trasladan la fábrica
a la calle de Castalla. Ese fue el domicilio social hasta 1996, en que se traslada
a la Ciudad Deportiva, hasta el 2005, cuando fijan la sede en el polígono
industrial de L’Alfaç, donde continúa en la actualidad.
En 1912 Salvador Pascual García decidió establecerse por su cuenta. Fue
el primer trabajador contratado por Payá y, una vez aprendido el oficio de
hojalatero, decidió independizarse asociándose a su cuñado Gaspar Valls
Verdú. Crearon la firma Pascual y Valls —PAYVA—, que se dedicó a la producción
de maquinaria para la elaboración de helado: heladoras, “chambiteras”,
palas para los granizados y otros artículos. En los años sesenta ampliaron
sus líneas y comenzaron a fabricar obleas. Posteriormente diversificaron
la producción y también produjeron juguetes metálicos sencillos hasta que
1985 cerraron la fábrica.
También a principios del siglo comenzaba la actividad de los hermanos
José y Antonio Palau Doménech, que eran unos antiguos empleados de
Verdú y Cía. Iniciaron su actividad hojalatera con la fabricación de recipientes
para helados, en un pequeño local de la calle de Colón. Posteriormente
también hicieron juguetes y compatibilizaron ambas actividades por algún
tiempo. Más tarde abandonaron totalmente lo relacionado con el helado y se
dedicaron solamente a la industria juguetera. El 6 de abril de 1967, José,
Vicente, Joaquín y Ricardo Palau Guillen, hijos del fundador José Palau
Doménech, constituyeron Palau Hermanos S.L. que desde esa fecha sigue
fabricando juguetes.
262
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
En la calle de Santa Rita, “El Tío Bota” instaló una pequeña fábrica de
obleas. Estaba situada en los bajos de una casita frente al río de Les Caixetes.
La actividad perduró durante la Guerra Civil hasta su desaparición.
En 1925 por iniciativa de Luis Ferrando, empleado del taller mecánico de
Payá, José Sanjuán, Antonio González y Manuel Picó, también operarios de
Payá, crearon la empresa González, Sanjuán y Cía. Dos años más tarde
González abandonaba la empresa, que pasó a denominarse Sanjuán y Cía. En
1932 surgía Picó y Cía. que mantuvo sus actividades hasta la Guerra Civil. En
1936 se constituyó en sociedad anónima pero Manuel Picó se trasladó a
Córdoba para montar un almacén de juguetes. El 26 de marzo de 1936 se
constituyó Juguetes y Estuches —Jyesa—, nombrada así porque fabricaba,
además de juguetes, estuches para jeringuillas. Sus socios fueron Francisco
Peydró, Enrique Guillem, José Sanjuán y José Bernabeu.
En 1934 aparecía la primera industria auxiliar del juguete: Claudio Reig
Company, que empezó fabricando los fuelles para el Cine Sonoro Rai de Payá
Hermanos. Posteriormente amplió su muestrario con la fabricación de voces
para muñecas. Ocupaba un local de 40 m2 y daba ocupación a cinco personas.
En 1940 disponía de quince operarios e iniciaba la aventura musical
fabricando armónicas. En 1950 se creaba Claudio Reig S.A., entraba a formar
parte de la Sociedad Payá Hermanos y en 1957 se trasladaba a su actual sede
en la calle de Juan Carlos I, ocupando una superficie de 12.000 m2. En 1936
se creó Picó S.A. de la que hablaremos más tarde.
Este despliegue industrial, que corresponde a los años dorados del juguete
de hojalata, se realizó pese a la carencia de infraestructuras tan básicas
como carreteras, energía, teléfono y telégrafo.
2. SEGUNDA ÉPOCA, 1936-1939.
LA GUERRA CIVIL Y EL PARÉNTESIS JUGUETERO
Las dos empresas más importantes de Ibi, Payá y Rico, fueron incautadas
en 1936 por el Sindicato Socialista, que las agrupó y denominó Payá y Rico
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
263
Socializadas UGT. Ambas fueron concentradas en las naves de Payá.
Mientras, en noviembre de 1937, se creó la Cooperativa Rai, que al año
siguiente pasó a denominarse Fábrica nº 27 de la Subsecretaría de
Armamento.
Las nuevas factorías se adaptaban a las necesidades de la guerra. De elaborar
juguetes se pasó a fabricar balas, platos, vasos, cantimploras y espoletas
para bombas del ejército republicano. También acuñaron moneda
metálica de curso legal para la población de Ibi. Esta primera reconversión,
como la segunda del 84, pudo llevarse a cabo gracias a los expertos matriceros.
3. TERCERA ÉPOCA, 1939-1984.
DESPEGUE Y ÉXITO DE LA INDUSTRIA JUGUETERA
Después de la guerra los propietarios de las fábricas recuperaron su titularidad
e iniciaron el desarrollo de la industria.
La formación profesional de matriceros fue un constante empeño de Payá
Hermanos S.A. y el legado fundamental que dejó para el desarrollo de la
industria ibense. Entre 1942 y 1960 Payá Hermanos fundó y sostuvo dos centros
formativos destinados, preferentemente, a los hijos de los trabajadores
de la empresa, futura cantera de esta y de otras fábricas: La Escuela de
Aprendices y la Escuela de Formación Profesional.
En la Escuela de Aprendices se impartían clases de 9 a 12 de la mañana y
de 3 a 5 de la tarde. Constaba de cuatro cursos que se dividían en primero de
pre-aprendizaje, segundo de pre-aprendizaje y preparatorio. El maestro era D.
José Carbonell. Todo el material para el estudio se les facilitaba a los alumnos
gratuitamente. Las clases se iniciaban a los 10 años de edad y concluían a los
14, cuando los jóvenes podían incorporarse al trabajo. A la escuela podían
acudir, en primer lugar, los hijos de los empleados y después el resto de los
niños, pero no las niñas. Al término de los estudios los jóvenes pasaban a trabajar
en la empresa según sus aptitudes: los más brillantes iban a la Oficina
Técnica, en segundo lugar a la Administración, luego al Taller Mecánico y los
menos despiertos iban a cuchillería.
A la Escuela de Formación Profesional acudían los trabajadores una vez
terminada la jornada laboral, de 6 a 9 de la tarde. Constaba de cuatro cursos,
que eran impartidos, en la parte práctica, por los maestros de taller de la pro-
264
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
pia fábrica, como Francisco Rico León, Alejandro Moltó Gómez, Fernando
Navarro “el colasero”, Ernesto Coloma Pastor, José Picó y José Monllor. La
enseñanza teórica estaba a cargo de dos de los propietarios, Nicolás Payá
Jover, que era ingeniero industrial, y Artemio Payá Rico, que era perito industrial
y farmacéutico.
Los alumnos tuvieron éxitos nacionales e internacionales en los concursos
de matricería y ajuste. Entre los laureles conseguidos se pueden citar el de
Juan Vicedo García, que fue declarado el mejor alumno nacional en la sección
de Matricería en 1949 en el concurso del sector en su fase nacional, y
Ramón Valero García, que consiguió el título de Aprendiz Nacional más
completo en 1957, con derecho a competir, meses después, en la fase internacional
que se celebró en Suiza. A esta fase concurrían todos los premios
nacionales y allí consiguió el premio internacional de Matricería y Ajuste.
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
265
Posteriormente otras empresas también promocionaron escuelas de formación
hasta que en 1961 se creó la Escuela Sindical de Formación
Profesional, regentada por los Hermanos Salesianos. Conforme a los dictados
de la época, sólo los niños podían cursar estudios de Bachillerato y de
Formación Profesional.
Ibi pasó de ser un pueblo emigrante a recibir y dar trabajo a grandes contingentes
de inmigrantes. En 1955 el censo de Ibi era de 4.081 habitantes; en
1970 de 17.635. Este gran crecimiento urbano no distinguía las zonas de uso
residencial de las de uso industrial. Las viviendas crecieron alrededor de las
fábricas y éstas, en muchas ocasiones, iniciaban su actividad en las “porcheras”
o garajes de las viviendas, especialmente los talleres de la industrial auxiliar
del juguete.
El despegue de la industria juguetera de Ibi se realizó gracias al espíritu
emprendedor de los empresarios, la alta cualificación de los trabajadores,
muchos de los cuales con el tiempo constituyeron sus propias empresas, la
producción en cadena y la gran cantidad de juguetes que se exportaban. El
hito comercial por excelencia se encarnó en el Grupo Brotons, fundado por
Ángel Brotons. Fué la primera agrupación de fábricas para la venta de sus
productos tanto en España como en el extranjero.
El éxito del Grupo Brotons animó a la creación de otros grupos comerciales
que reunían a firmas jugueteras para su representación en el mercado
exterior como el Grupo Barval y el Grupo Macop.
En 1940 Alfredo Martínez Guillem empezó sus actividades industriales
tras abandonar su puesto de trabajo como mecánico en Payá Hermanos. Se
inició en la fabricación de neceseres de madera. Se enroló como combatiente
en la División Azul y a su regreso retomó su actividad industrial con la
fabricación de pistolas, revólveres y fusiles.
En 1942 se creó Juguetes Picó. El fundador de esta empresa fue Manuel
Picó Gisbert “El Tío Farol”. Procedía también de Payá Hermanos. Se estableció,
ayudado por su familia, en los bajos de su propia casa en la calle de
Colón. Junto al esposo de su hija Rosalía, Pepe Guillén “El Araña” y, poste-
266
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
riormente, Ramón Pastor Payá, esposo de su hija Pepita. “El Tío Farol” fue
uno de los creadores, junto a otros, de la empresa Sanjuán y Compañía que,
con el tiempo, devendría en la empresa Juguetes y Estuches (Jyesa). Debido
al crecimiento de la empresa, se trasladaron a la calle de San Salvador y hacia
1985 se ubicaron definitivamente en la sede actual, en el polígono industrial
de L’Alfas. El 25 de octubre de 1968 falleció el “Tío Farol” pasando la empresa
a las hijas y nietos denominándose, en principio, Viuda de Manuel Gisbert
Pastor y más tarde Juguetes Picó S.A. En 1998, la multinacional francesa
Smoby se haría con el control de esta empresa pero manteniendo la marca
Picó para su serie de juguetes.
En 1945 Ernesto Coloma, jefe mecánico de Payá Hermanos, y José Pastor
Guillem, cuñados que tenían establecido un taller de reparación y alquiler de
bicicletas, decidieron fabricar triciclos. La familia de “Los Pascual”, carpinteros,
producían las partes de madera y ellos las metálicas. Su catálogo general
era de juguetes en los que las ruedas eran piezas fundamentales. Fabricaban
también carritos y sillas para muñecas. La sociedad se deshizo. Ernesto, su
hermano Bernardo, encargado de la sección de montaje de Payá Hermanos,
y José Pastor, crearon una empresa de fabricación de triciclos y patinetes, que
titularon “Ernesto Coloma García, fábrica de juguetes a mano”. En 1956 se
convirtió en Coloma y Pastor Sociedad Regular Colectiva e inauguró nueva
sede en la calle de Alicante. En 1968 se constituyó en sociedad anónima y en
1972 inauguraba las instalaciones actuales. Fueron ampliando su catálogo,
añadiendo el Go-Kart, motos a pedales y coches.
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
267
En 1948 la familia de carpinteros “Los Pascual” fundaron Juguetes
Gozan, después de separarse de los Coloma. Entraron en sociedad con unos
mecánicos de Payá Hermanos para fabricar camiones de madera con la cabina
de hojalata, material que sacaban de los botes de leche condensada.
Tomaron como modelo los famosos camiones Pegaso. En 1984 se constituyeron
en Sociedad Anónima.
En 1949 comenzó a operar Francisco Miralles, un pequeño industrial
que se dedicaba a la construcción de juguetes de madera, algo inusual en Ibi.
En esta firma entraron nuevos socios para formar la empresa Ber-Mi-San.
Cuando tuvieron problemas de liquidez se asociaron con un catalán, Antonio
Berbegal Verdú, que había llegado desde Barcelona con su familia y buenos
ahorros para establecerse en la localidad. Aportó capital a la firma pero poco
después la empresa se disolvió. Este socio capitalista tomó la decisión de
refundarla con el nombre de Industrial Juguetera. Inició su andadura con la
fabricación de juguetes de madera. Posteriormente, con las aportaciones de
otros accionistas provenientes de Plásticos Santa Elena, y de Ángel Brotons
Martínez, del Grupo Brotons, la empresa mudó a sociedad limitada y, en
268
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
1977, a sociedad anónima. A partir de la década de los cincuenta del pasado
siglo comenzó a fabricar de triciclos y bicicletas y a partir de los sesenta ya
tenía la proyección nacional e internacional que todavía conserva.
En 1949 se creaba también Juguetes y Herrajes, fundada por dos compañeros
de trabajo de Payá Hermanos: José Boronat Bernabeu y Alejandro
Beltrá Sanchís, que constituyeron una sociedad de cuentas de participación.
Inicialmente se dedicaban a la fabricación de herrajes para puertas, que luego
completaron con la elaboración de aviones de juguete realizados en zamac.
Fue la primera empresa española que fabricó coches en miniatura. En la
actualidad sigue elaborando réplicas de juguete de maquinaria de obras públicas.
En 1950 Victor José Esteve Bernabeu, su hermano Luis, Ricardo García
Esteve y José Guillem Verdú —del taller mecánico de Rico—, decidieron
asociarse para fabricar juguetes de hojalata. Pusieron en el mercado el primer
futbolín. Familiares y vecinos fueron sus primeros operarios. Su empresa se
llamó Guiesgar.
También en 1950 iniciaba su andadura Joaquín Valero S.A. bajo las marcas
comerciales de Vercor y Comando. El domicilio social estaba situado en
la calle de S. Roque, en una antigua almazara. Fabricaba sillas y carritos para
las muñecas. Esta empresa fue una de las fundadoras del conocido Grupo
Brotons.
En 1951 se creó la empresa Sagiver, fundada por “Sapiña”, José Verdú
Bou y Heriberto Gisbert, de ahí su nombre. Iniciaron su actividad en un local
de 20 m2 en la calle de Paca Guillem. Sus productos estrella eran las pistolas,
los rifles y los revólveres en miniatura confeccionados en zamac. En los años
ochenta realizaban miniaturas de motos y en la actualidad fabrican juguetes
de plástico. También pertenecen al Grupo Brotons, ahora denominado Btoys.
Ese mismo año de 1951 los hermanos Miguel y Ginés Bernabeu Gisbert, trabajadores
ambos de Jyesa, decidieron montar en la cochera de la casa de campo,
donde residían sus padres, un pequeño taller de matricería y moldes.
Posteriormente adquirieron una máquina para inyectar piezas de plástico y
comenzaron a fabricar pistolas de juguete. Elaboraban juguetes de todo tipo por-
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
269
que nunca llegaron a especializarse en línea alguna de productos, pero son dignas
de destacar sus guitarras eléctricas. En el 2001 la fábrica Bernabeu Gisbert
S.L. sufrió un siniestro que le condujo al cese definitivo de sus actividades.
Climent Hermanos, conocida popularmente por Clim, fue fundada en
1951 por los hermanos José, Ramón, Rafael y Enrique Climent Gisbert. Se
especializó en juguetes eléctricos y mecánicos de gran formato. Tuvieron un
merecido éxito con sus excavadoras, barcos y tanques militares. En 1989
cesaron en su actividad.
Guillem y Vicedo fue fundada también en 1951, por un ibense, Francisco
Guillem García, que trabajaba como técnico en una de las fábricas de muñecas
de Onil. Fascinado por la primera máquina de inyección de plástico que
entró en Onil, contactó con José Vicedo García que tenía una pequeña fábrica
de obleas, y juntos emprendieron la aventura empresarial que les llevó a
instalar, también en Ibi, el portentoso invento. Para ello José solicitó la ayuda
de sus hermanos Luis y Juan, que trabajaban en Payá Hermanos. Su estilizada
muñeca Lisi fue la precursora de la Nancy de Famosa. Su producción se
extendió por Francia y Holanda. Llegaron a tener 110 trabajadores en 1970.
Cerraron en 1981.
El precedente de Juguetes Feber se sitúa en 1952, con Juguetes Rosvi,
empresa fundada por Ramón Vilaplana, Vicente Sáez Patiño y José Rodríguez
Zurita. En 1956 el Sr. Vilaplana y el Sr. Sáez abandonaron la empresa y se
creó la firma “José Rodríguez Zurita”. Feber fue formada por los hermanos
Ferre, el propio Sr. Rodríguez y uno de sus trabajadores, José Bernabeu. Al
cabo de algunos años los hermanos Ferre se hacen cargo de la empresa auxiliar
Pirotécnica Mirafé, en la que Feber tenía participación. En los primeros
años se dedicaron a fabricar pistolas con fulminantes. Esta producción se vio
270
EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
muy perjudicada porque la Pirotécnica Mirafé sufrió un grave accidente con
varios muertos. Este hecho provocó la prohibición gubernamental de comercialización
de este tipo de pistolas. en consecuencia se dedicaron a la fabricación
de otro tipo de juguetes. Actualmente se ha fusionado con la multinacional
Famosa.
En 1952, Faustino Villaverde León, Juan Rico Vilaplana, Luis Pérez Valls
y Alfredo Albert Tortosa, mecánicos de Payá y Rico, fundaban la empresa
Faustino Villaverde y Compañía S.R.C., que, en 1955, con la entrada de nuevos
socios, se transformaba en Plásticas Santa Elena, S.A. Esta denominación
se debía al uso de materiales plásticos y a la ubicación de la sede social en la
calle de Santa Elena. Su producción juguetera se centró en el menaje de cocina,
vajillas y “cocinitas”, de las que se hicieron un sin fin de modelos. La
empresa cerró en 2004.
En 1954 el taller de construcción de moldes para piezas fundidas de termoplásticos
y aleaciones blancas de metal de José Antonio Sanchis Pina se
reconvertía en fábrica de juguetes. En 1969 inauguró las nuevas instalaciones
con 10.000 m2 de superficie. Fue una de las primeras empresas que usaron
computadoras. En 1982, tras una serie de conflictos laborales, cerró definitivamente.
En 1955 la empresa Moltó y Cía S.R.C. fue fundada por los hermanos
Antonio y Pedro Moltó y su amigo José Moltó. Comenzaron a trabajar en un
pequeño local de apenas 40 m2. Antonio y Pedro eran mecánicos de Payá y
se encargaban de hacer la matricería y las embutidoras para trabajar los jugue-
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
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tes de hojalata gracias a la ayuda y la gran experiencia de su padre, Alejandro,
que fue el primer mecánico de Ibi. Los juguetes de madera estaban a cargo
de José, por la experiencia que tenía por haber trabajado en una carpintería.
A los pocos años entró a formar parte de la empresa otro socio, Vicente
Sanjuán. Los primeros juguetes que fabricaron fueron camiones y arrastres.
En 1959 instalaron la primera máquina de plástico para fabricar juguetes. En
1966 esta empresa asistía por primera vez a la Feria del Juguete de
Nüremberg. En el 2000 fueron inauguradas sus actuales instalaciones de Ibi,
con 22.000 m2. Además tienen otros centros en Miami, Hong-Kong y
Méjico.
En 1969 nacía el germen del primer polígono industrial con siete empresas.
El inicio del “boom” económico se puede situar en 1970, año en el que
operaban en Ibi más de 70 empresas jugueteras, entre las que se pueden destacar:
González Hermanos S.A., Manufacturas Deportivas S.A., Juguetes
Clan, Juguetes y Cocinas S.A., Antonio García Juan, Claudio Sanchis Pina,
Guisval S.A., Pilen S.A, Luis Esteve y Cía., Juguetes Pery S.A., Bernardo
Guillén Verdú, Juguetes Santana, Juguetes Mira S.A., Juguetes Román,
Obertoys, Juguetes Chicos S.L., entre otras muchas.
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EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI
El modelo de desarrollo emprendido en Ibi motivó la separación del suelo
industrial del urbano favoreciendo la instalación de las fábricas en los polígonos
industriales. El primer expediente de creación de polígono industrial se
inició en 1971 y se inauguró en 1974. En principio se llamó Carrero Blanco
y después El Derramador. A este primer polígono, le siguieron otros: Casa
Pau en 1984, L’Alfaç I en 1988, el de carácter privado Retiro-Casa Nova de
1995, L’Alfaç II de 1997, y en 1999 se inaugura el Alfaç III. En la actualidad
siguen las ampliaciones gracias a la presente diversificación industrial.
La época de bonanza de la industria juguetera se prolonga hasta la crisis
de 1984 en que se cierran las empresas pioneras y emblemáticas que arrastran
en su caída a numerosas pymes y talleres auxiliares. No obstante, en ese
mismo año se crea la empresa Lasoe. Durante los doce años en que funcionó,
esta empresa compaginó la producción de peluche —el 20%— con la de
artículos de regalo, que constituía el 80%. Esto era un buen ejemplo de la
diversificación que se avecinaba y la entrada de lleno en la economía postjuguetera.
LA SOCIETAT INDUSTRIAL AL PAÍS VALENCIÀ
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4. CUARTA ÉPOCA DE 1985 A NUESTROS DÍAS:
ECONOMÍA POSTJUGUETERA
La crisis del juguete vino de la mano de diversos cambios. En principio,
por el paso del juguete mecánico al electrónico y, posteriormente, por la mundialización
de los mercados.
El saber hacer y el espíritu emprendedor triunfaba de nuevo y en el pueblo
de Ibi surgieron nuevas empresas que adaptaban sus productos a las
demandas del mercado. Se implantaron sectores de componentes para el
mueble, la construcción, la jardinería, el automóvil, el calzado, la decoración
y también varias empresas de artes gráficas.
Pese a las diferentes crisis la industria de Ibi no ha dejado de crecer.
Aprendieron de sus antepasados que para instalarse era más importante el
trabajo, el riesgo y las buenas ideas que el capital inicial.
BIGLIOGRAFÍA
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En: Revista Carrusel, nº 5, mayo-junio, Oviedo.
ANGUIZ PAJARÓN, Antonio (1978) Del pasado ibense, Alicante: Caja de Ahorros de Alicante
y Murcia.
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CLARET I SARGATAL, Salvador (2006) “El Bugatti de verdad”. En: Revista Carrusel, nº 5,
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MARTÍNEZ TRIBALDOS, María José (2005) “Estudio sobre la incidencia de la Industria
Juguetera en Ibi”, Ibi: Arxiu Municipal.
PAYÁ, 1905–2005. Cent anys de joguets a la Comunitat Valenciana, València: Museo Valencià de
la Il·lustració i la Modernitat, 2005, Quaderns del Muvim, nº 2.
VALERO ESCANDELL, José Ramón (1991) Payá: historia social de una industria juguetera,
València: Generalitat Valenciana.
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— (2000) “Pascual Camilo Payá Lloret”. En: Cien empresarios españoles del s. XX. Madrid: Lid.
— (2005a) “La industria juguetera ibense: de la artesanía a la globalización”. En: El Salt.
Alicante: Instituto Juan Gil-Albert, nº 6.
— (2005b) “Pascual Camilo Payá Lloret”. En: Cien empresarios valencianos, Madrid: Lid.
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EL JUGUETE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE IBI

martes, 7 de junio de 2011

JOHNNY HASSAN

Quiero dedicarle un homenaje en mi blog Johnny Hassan, que falleció el verano pasado, fué un grandísimo coleccionista de los trenes españoles, sin duda tuvo la mejor colección de los mismos. Tuve una gran tristeza cuando dias pasados fuí al Museo del Ferrocarril de Madrid y allí estaba Emilio Aleman de la Escosura, gran amigo suyo, recogiendo su colección de trenes que estuvo durante unos años expuesta.

martes, 29 de marzo de 2011

Tony Munné y Raimundo Payá Moltó


In Memoriam de Tony Munné

El 27 de Enero de 2011 falleció "El Nen" Tony Munné, gran amante del juguete antiguo, creador de la revista CARRUSEL , Presidente de ACAJYMA , por todo ello y mucho más gran amigo mio. Lo lamentable es que la Ravista CARRUSEL ha terminado ya.